REDACCIÓN INTERNACIONAL.- A medida que vamos
creciendo, nos damos cuenta que cuando se trata de alimentos la higiene
es una cuestión sagrada. A nadie le gusta comer productos en mal estado y
todos intentamos mantener limpias nuestras neveras y despensas, a fin
de no llevarnos una desagradable sorpresa cuando vayamos a preparar la
cena.
Pero
en algunas ocasiones no hay manera de evitar un episodio nauseabundo…
porque hay veces que algo repugnante se cuela en nuestra comida.
Eso es justo lo que le ocurrió a Terri Powis, una mujer de 33 años
residente en el condado inglés de Buckinghamshire. Su espeluznante
relato lo leemos en The Truth 24. Una noche cualquiera, Terri sacó del
congelador una bolsa de espinacas para cocinar un rico y saludable plato
para su madre. Su idea era combinar las verduras con un poco de pollo,
pero pronto se percató de que aquel paquete era especial. Había algo
extraño entre las hojas verdes, algo de color gris que en nada se
parecía a la hortaliza favorita de Popeye. Era, ni más ni menos, que una
cabeza de rata
«No podía imaginar que aquello era una cabeza de rata. Estuve unos
instantes dándole vueltas porque no sabía qué era… pero tenía bigotes y
dientes. Estaba algo aplastada, pero intacta. Debió ser congelada poco
después de ser cortada», explica la señora Powis. Tras reponerse del
susto, hizo llegar una reclamación a la compañía Asda, propietaria del
establecimiento donde había adquirido las espinacas y responsable de la
producción del alimento, al tratarse de un paquete de su propia marca.
Terri denuncia que su queja no fue tomada en serio: simplemente le
pidieron disculpas y le invitaron a devolver el producto.
Por desgracia, no es ni mucho menos la primera vez que alguien
encuentra en su comida «algo que no debería estar allí». En el blog
Likes recuerdan varios casos de lo más llamativos. Por ejemplo, ¿quién
podría esperar encontrar un teléfono móvil dentro de una bolsa de
patatas fritas? De vez en cuando se incluye algún obsequio en esa clase
de recipientes, como los inolvidables «tazos» que alegraron la infancia
de tantos niños. Pero regalar «smartphones» con el aperitivo parece ir
demasiado lejos. Todavía peor es topar con un guante de cocina dentro de
una bolsa de pan de molde… y no darse cuenta hasta comerse un trozo.
Un lagarto en un paquete de ensalada Applebee, un trozo de gasa usada
en las patatas fritas de McDonald’s, la aguja de una jeringuilla en una
hamburguesa de Burger King y hasta una rana muerta dentro de una lata
de Pepsi… Desafortunadamente, la lista de intrusos en la comida es
amplia y variada. Esperamos que el próximo caso no sea el tuyo… aunque
después de leer todo esto, estamos seguros de que mirarás con lupa cada
envase antes de llevarte su contenido a la boca.
Fuente: ABC.es
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